¿Sumisas o solas?

«Yo no quiero nada serio con nadie» 
«No necesito a nadie en mi vida»
«Sin pareja se vive mucho más tranquila»

¿Te suenan estas expresiones? Seguramente sí. Yo me las he repetido en mi cabeza muchas veces también. Y la verdad, que no guardan ninguna mentira, pero quiero invitarte a reflexionar conmigo sobre qué hay detrás de estas palabras.

El amor y las relaciones de pareja es un tema que nos provoca dolor de cabeza a cualquier ser humano, pero especialmente a nosotras, las mujeres.

Nos guste o no, somo las que peor paradas salimos en este modelo romántico tan disfuncional en el que hemos crecido. Me refiero al modelo de amor que nos han vendido desde Blancanieves hasta Titanic o Pedro Sánchez y su supuesta posible dimisión.

Este modelo donde el «amor» es el plato principal de la mesa, y hombres y mujeres se sientan alrededor y ejecutan ciertos roles determinados, casi por inercia, como por ejemplo:

  • Ellos: caballeros y galanes, salvadores natos, muy masculinos, creativos, con éxito, poder y con toques más bien narcisistas.
  • Ellas: vulnerables, frágiles, en segundo plano, con problemas, necesitadas de ser salvadas, calladitas y sumisas, en la sombra.

Yo no sé vosotras, pero yo estoy harta de estos cuentos y sus finales predecibles: «fueron infelices y no comieron perdices, sino que tuvieron 2 hijos y una hipoteca» o «abrieron la relación para seguir poniéndose los cuernos pero de forma consentida».

En serio tías, este modelo de amor tradicional donde pensamos que las cosas surgen por arte de magia y las relaciones se mantienen solas, sin ningún esfuerzo, es patológico y una fábrica de «cadáveres emocionales»: personas que debido a su falta de gestión emocional se acaban haciendo daño mutuamente hasta desgastarse.

Es cierto que las mujeres ahora ya no somos tan bobas como Blancanieves y hemos aprendido de las generaciones pasadas.

Creo que ninguna de nosotras quiere reproducir el rol de su abuela en su matrimonio o en la familia, o yo por lo menos, no el de la mía. Y mira que mi abuela molaba muchísimo y fue super feliz gran parte de su vida, pero no fue una mujer libre. Se casó, tuvo 3 hijas a las que cuidar y criar, cuidó de su madre hasta que falleció y también cuidó de 2 de sus hermanos que estaban solteros, y por supuesto, cuidó de mi abuelo. ¿Qué iba a hacer? Mi abuela nunca tuvo otra opción.

Pero nosotras sí que somos más libres que mi abuela, y hemos aprendido que el amor no lo es todo. ¿Verdad?

Yo siempre he tenido claro que no iba a repetir los patrones de las mujeres de mi familia. Lo más importante soy yo, y mi desarrollo personal y profesional, y viajar, y ganar dinero, y tener amigas, y hacer muchas cosas que mi abuela por ejemplo, no pudo.

Seguro que tú te puedes sentir identificada con esto que digo.

Las mujeres estamos hartas de dejarlo todo por amor.

Estamos hartas de perdernos en relaciones que luego no funcionan.

Estamos hartas de renunciar a cosas valiosas para nosotras solo por estar al lado de un hombre.

Estamos hartas.

Estamos tan hartas que nos hemos polarizado. Nos hemos ido al otro extremo. Ya no queremos saber nada del amor. No queremos sufrir. No queremos vivir en relaciones que nos asfixian. No queremos renunciar a nuestra esencia. No queremos perder a nuestras amigas. No queremos que nos salven. No queremos sentirnos inferiores.

Porque ya no somos sumisas.

Ya somos autosuficientes.

Somos libres.

Pero yo me pregunto: ¿Para no ser sumisa en el amor y evitar sufrir en relaciones de poder, el precio que tengo que pagar es estar sola y no disfrutar en pareja?

Yo os digo que no, tías.

Que no tenemos que renunciar a vivir relaciones disfrutonas solo por el miedo a la sumisión y a perder todo lo que hemos conseguido por nosotras mismas.

No necesitamos un Pedro Sánchez que nos defienda delante de toda España, ese romanticismo rancio no nos aporta nada.

Porque una relación de amor, amor del bueno, es una relación que te va a sumar, te va a nutrir, en la que vas a aprender y crecer y sobre todo, va a ser un lugar que te permitirá ser más libre.

No caigamos en la trampa del individualismo tóxico que rodea nuestro entorno últimamente.

Está bien que decidas conscientemente no tener pareja en este momento porque no te apetece, pero lo que no es saludable, es encerrarte en la idea de «no me hace falta nadie», porque es una trampa de tu propia coraza.

Esa coraza que nos construimos para protegernos cuando hemos sufrido en relaciones donde no se nos ha tratado bien.

Pero no podemos protegernos del amor. 

El amor, si es bueno y real, es pura energía y vitalidad.

El amor no es malo. Las relaciones de pareja tampoco lo son.

Por eso me apetece compartir este texto contigo, porque yo también he estado ahí, escondida de cualquier tipo de relación afectiva pensando que si me enamoraba, sería mi final.

Pero resulta que no, que escondida en mi cueva pensando que así nadie me haría daño, me lo estaba haciendo yo, porque no me estaba permitiendo sentir, ni vibrar, ni jugar, ni gozar, ni vivir.

Así que ni sumisas, ni solas.

Nos merecemos estar tranquilas (con pareja y sin ella) y vivir una vida en consonancia con nuestros valores y deseos.

Y sobre todo, una vida disfrutona, donde podamos gozar de nuestras relaciones y nuestra intimidad, con mucho placer y sin miedo.

 

Por cierto, del amor y las relaciones reflexionamos en el grupo de TU LUGAR SEGURO ¿Te vienes? 🩷

Gracias por leerme.

Te abrazo fuerte,

Laura 🩷

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Te has gustado este artículo? ¡Comparte!