¿De dónde nace la falta de autoconfianza en las mujeres?
Muchas mujeres acuden a terapia psicológica porque dicen sentirte estancadas, bloquedas y hasta se consideran un fraude.
Cuando una mujer siente no estar cualificada para desempeñar un trabajo o labor, cuando se percibe así misma como una persona menos preparada que el resto, o no válida para realizar una función para la que ya está formada o entrenada, esa mujer se encuentra bajo los efectos del llamado “síndrome de la impostora”.
¿Por qué hablamos del síndrome de la impostora y no del impostor? No significa que los hombres no lo sufran, pero en gran medida las principales víctimas de este malestar somos las mujeres y tenemos que hablar de la cultura y la educación para entenderlo.
Vivimos en una sociedad diferenciada por géneros, por lo cual hombres y mujeres son educados en roles distintos con valores distintos, (el niño es el fuerte y la niña es la guapa, el niño quiere ser futbolista y la niña enfermera, por ejemplo…).
Todas estas diferencias crean el caldo de cultivo perfecto para que las mujeres sientan casi de forma natural y masiva, el síndrome de la impostora.
¿Cuáles son las consecuencias de sufrir este síndrome? La persona que lo padece y a la que tanto le cuesta reconocer sus capacidades, tratará de compensar este déficit con mucha más formación, horas extras en los trabajos, un nivel alto de auto exigencia y con mucho esfuerzo en todo lo que hace… ¿Te suena?
El síndrome de la impostora como vemos no es algo que aparezca de la noche a la mañana, sino que se trata de una serie de condicionamientos que las mujeres integramos a lo largo de nuestra vida. Interiorizamos desde muy pequeñas, que a nosotras todo nos va a costar todo mucho más, ya que lo habitual (aunque las cosas estén cambiando, lo hacen poco y lentamente), es encontrar hombres en puestos de poder y gran responsabilidad, con reconocimiento público, ingenio, creatividad…etc.
Como sociedad, tenemos asumido que las mujeres hacen cosas muy buenas (nos enseñan y nos cuidan), pero los que destacan son los hombres, por eso una mujer aprende a desconfiar en sí misma desde que es una niña y por eso necesita demostrarse mucho más para creerse realmente que lo que hace es valioso e importante.
Ahora bien, el síndrome de la impostora se puede subsanar si se detecta adecuadamente.
A continuación comparto 9 tips que te pueden ayudar si te sientes identificada o consideras que puedes estar sufriendo esta situación:
- Conoce los síntomas: intenta averiguar de dónde vienen esos pensamientos que no te permiten disfrutar de tu éxito.
- Sé consciente de que no estás sola: comparte tus miedos. Y piensa que no eres la única mujer que lo sufre. Si lo comentas con tus amigas seguramente muchas hayáis sentido lo mismo más de una vez.
- Distingue el miedo de la humildad: tendemos a pasarnos de humildes porque los logros nos suelen abrumar. No estamos acostumbradas a relacionarnos con el éxito, y muchas veces, detrás de la humildad están todos nuestros miedos escondidos.
- Deja ir a tu perfeccionista interior: no necesitas exigirte tanto.
- Sé más amable contigo misma: corrige tu lenguaje y empieza a hablarte con más cariño y amor.
- Rastrea tu éxito: muchas veces se nos olvidan las cosas que hacemos bien y cuando tenemos éxito pensamos que es un golpe de suerte, por eso te propongo que hagas un seguimiento de todo aquello que vas logrando y realizando correctamente para que te ayude a confiar más en ti.
- Habla sobre el síndrome con alguien que te ayude: lo mejor es acudir a una terapeuta si consideras que la situación te provoca malestar. No sufras en silencio lo que te pasa y busca ayuda si es necesario.
- Di sí a nuevas oportunidades: a veces por la falta de confianza decimos que no a nuevas oportunidades por miedo a fallar, así que te animo que eso que te da miedo, lo intentes.
- Abraza el sentimiento y abandónate: no intentes luchar con la impostora, aunque esté ahí a tu lado, invítala a que se quede y a que trabaje contigo.
Deshacerse de la impostora no es tarea fácil, de hecho, no es la mejor idea. Lo que sí podemos hacer, es aceptar que esa impostora forma parte de nosotras, y sólo dándole un espacio, para verla y entenderla, conseguiremos entonces hacer las paces con ella.