Muchas veces me hacen esta pregunta: ¿Por qué decidiste ser psicóloga?, y tengo muy claro porqué y es una reflexión que me apetece compartir con todos vosotros.
Mis padres dicen que me formé como psicóloga porque soy una cotilla y quiero enterarme siempre de todo. (No les falta razón, todo sea dicho), pero no fue el motivo principal que me enganchó a esta disciplina desde el primer día que pisé la facultad.
Soy psicóloga porque siempre me ha gustado escuchar y ayudar a los demás.
Soy psicóloga porque siento la necesidad de cambiar todo lo que no me gusta y ayudar a que los demás lo cambien si es que no pueden o no saben cómo hacerlo.
Soy psicóloga porque me gusta hablar y usar mis palabras para intentar hacer felices a los demás, ayudarles, fortalecerles, aliviarles y comprenderles.
Soy psicóloga porque no hay experiencia más bonita que “tocar” los pensamientos, inquietudes, miedos, sentimientos, alegrías, dudas y secretos de los demás y enseñar a cómo moldearlos para que lo que hoy es un problema, mañana sea un aprendizaje.
Soy psicóloga porque he aprendido a escuchar sin juzgar, observar sin escandalizarme y creer siempre en el bien.
Soy psicóloga porque me gusta pensar que el día de mañana muchas personas me recordarán como aquella “amiga” que les ayudó a que se puede ser feliz y se pueden conseguir todos los sueños cuando consigues conocerte y aceptarte a ti mismo.
Ser psicóloga es tener una inmensa responsabilidad, ya que tienes el don para poder construir o destruir lo más valioso de las personas; pero ser psicóloga, por encima de todo, es un excelente privilegio. Ser psicóloga es mi vida, mi felicidad.
«He encontrado el significado de mi vida al ayudar a los demás a encontrar su significado»
-Viktor E. Frankl–
Laura Moreno Jiménez-Bravo